Me pasa siempre que termino de ver Salvados: Acabo con una resaca de
frustración y malestar que tarda unos días en volver a ser sólo latente. El
domingo pasado esa sensación se triplicó porque tocaron lo que más me atañe y
me importa. En el colegio no se ha hablado de otra cosa, todos estuvimos
pegados al televisor. Supongo que el 90% de los docentes de España lo vimos.
Desde
entonces, mis búsquedas en internet tienen dos objetivos claros:
1) si existe la
posibilidad de poder trabajar en Finlandia sin perder mi puesto aquí y tener
nuestro segundo hijo allí,
2) si puedo comprar
un sonómetro en forma de semáforo como el que utilizaban los finlandeses para
medir el nivel de ruido en el comedor para ponerlo en mi clase ¡ya!.
La euforia es lo que
tiene. Cuando se desvanece, redescubres las cadenas: hipotecas, familiares,
desconocimiento absoluto del idioma, miedos a lo nuevo. Eso, y que me
descontaron este mes de mi nómina el día de huelga, así que mi queridísimo
sonómetro tendrá que esperar.
Utopías aparte, me
encantó el programa. Me pareció acertadísima la comparación de datos objetivos
entre los dos sistemas educativos: número de alumnos por maestro, horas de
clase, costo de materiales, comedor, etc., porcentaje de escuelas públicas… Sí
que eché de menos más profundidad en analizar la educación española. Algunos
datos bailaron (dependen de las autonomías), pero, bueno, supongo que se
trataba de poner el foco en las deficiencias más alarmantes. ¡Otro Salvados
sobre educación pronto, por favor! Bueno, uno más, o varios, porque sólo con
explicar por qué existen los centros concertados tendrían material de sobra. Y,
ya que estoy pidiendo, otro Salvados sobre lo maravilloso y fantástico que es ser
padre y madre en este país, gracias a la estupenda e inmejorable ley de conciliación
laboral y familiar. Lloré de envidia –más bien de indignación- cuando aquel
papá catalán explicaba que su mujer había tenido un año de permiso de
maternidad, él seis meses y que podían continuar así hasta los tres años, con
sus reducciones de sueldo correspondientes, pero siempre remunerados. Si es que
mientras lo escribo me enfermo…
En la entrada Sentimientos compartidos mencioné precisamente que, en mi opinión, el fracaso escolar está estrechamente
ligado a esa limosna para padres que existe en España denominada permiso de
maternidad y paternidad. Y así lo hizo ver el programa del domingo: que los
padres puedan pasar tiempo con sus hijos es fundamental para una educación de
calidad.