martes, 5 de febrero de 2013

Maestros y padres, a Finlandia



            Me pasa siempre que termino de ver Salvados: Acabo con una resaca de frustración y malestar que tarda unos días en volver a ser sólo latente. El domingo pasado esa sensación se triplicó porque tocaron lo que más me atañe y me importa. En el colegio no se ha hablado de otra cosa, todos estuvimos pegados al televisor. Supongo que el 90% de los docentes de España lo vimos.

         Desde entonces, mis búsquedas en internet tienen dos objetivos claros:
1)     si existe la posibilidad de poder trabajar en Finlandia sin perder mi puesto aquí y tener nuestro segundo hijo allí,
2)     si puedo comprar un sonómetro en forma de semáforo como el que utilizaban los finlandeses para medir el nivel de ruido en el comedor para ponerlo en mi clase ¡ya!.

La euforia es lo que tiene. Cuando se desvanece, redescubres las cadenas: hipotecas, familiares, desconocimiento absoluto del idioma, miedos a lo nuevo. Eso, y que me descontaron este mes de mi nómina el día de huelga, así que mi queridísimo sonómetro tendrá que esperar.

Utopías aparte, me encantó el programa. Me pareció acertadísima la comparación de datos objetivos entre los dos sistemas educativos: número de alumnos por maestro, horas de clase, costo de materiales, comedor, etc., porcentaje de escuelas públicas… Sí que eché de menos más profundidad en analizar la educación española. Algunos datos bailaron (dependen de las autonomías), pero, bueno, supongo que se trataba de poner el foco en las deficiencias más alarmantes. ¡Otro Salvados sobre educación pronto, por favor! Bueno, uno más, o varios, porque sólo con explicar por qué existen los centros concertados tendrían material de sobra. Y, ya que estoy pidiendo, otro Salvados sobre lo maravilloso y fantástico que es ser padre y madre en este país, gracias a la estupenda e inmejorable ley de conciliación laboral y familiar. Lloré de envidia –más bien de indignación- cuando aquel papá catalán explicaba que su mujer había tenido un año de permiso de maternidad, él seis meses y que podían continuar así hasta los tres años, con sus reducciones de sueldo correspondientes, pero siempre remunerados. Si es que mientras lo escribo me enfermo…

En la entrada Sentimientos compartidos mencioné precisamente que, en mi opinión, el fracaso escolar está estrechamente ligado a esa limosna para padres que existe en España denominada permiso de maternidad y paternidad. Y así lo hizo ver el programa del domingo: que los padres puedan pasar tiempo con sus hijos es fundamental para una educación de calidad.