sábado, 18 de agosto de 2012

Cuenta atrás


Qué poquito queda para que comience el nuevo curso escolar. Qué razón tiene Sandra. Para nosotros, maestros, septiembre es nuestro enero. Las intenciones de hacer dieta, ir al gimnasio, leer esto y aquello, organizar el trastero, no dejar todo para el final, y un largo etcétera, no nos las proponemos el 31 de diciembre, sino a finales de agosto, en el justo y preciso momento en que resurgen esas maripositas de nerviosismo ante los nuevos comienzos. Porque, a veces por suerte, a veces por desgracia, cada septiembre siempre se empieza; ningún curso es igual al anterior o al que vendrá, incluso si continúas siendo tutora de los mismos chicos, en el mismo cole, con los mismos compañeros.
                                       
Este septiembre me toca empezar del todo. Nuevo cole, nuevos chicos y nuevos compañeros. Es un buen destino: no lejos de casa y entorno casi inmejorable. A menos de quince días de la vuelta al trabajo, las maripositas ya revolotean. Lo nuevo entusiasma, pero también asusta.

Sin embargo, más que el nerviosismo, este “fin de año” me puede más la tristeza. Me voy -contra mi voluntad, claro- del cole en el que he estado los dos últimos cursos. Siendo objetiva, en realidad no ha sido mucho el tiempo que he pasado allí. Siendo subjetiva, he vivido, en lo profesional y en lo personal, experiencias que han cambiado mi forma de entender la docencia, y el mundo (la maternidad, ya se sabe…).

Cómo no voy a estar triste. Dejo atrás a mi grupo de chiquitos –aunque ante esto ya estoy algo inmunizada- y, sobre todo, a los mejores compañeros. Desde el primer minuto me sentí arropada, tranquila, motivada, segura y respaldada por un equipo excelente, en todos los sentidos. Si algo he crecido como maestra durante estos años, ha sido gracias a lo que de ellos he aprendido.

Agradecimientos infinitos, maestros. Los echaré de menos. Mucho.

3 comentarios:

  1. Los nuevos caminos son siempre difíciles de empezar, pero emocionantes de recorrer. Lo vivido sirve para para coger el ritmo que tu paso necesita. ¡Ánimo! Nosotros también te echaremos de menos...

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  2. No sólo te echábamos de menos en el comienzo, yo personalmente te echo, en presente, de menos. Hemos vivido una semana terrible de medios de comunicación, mentiras, presiones y demás en la que estoy segura que me hubiera sentido mejor si hubieras estado allí. Las huellas importantes quedan para siempre, aunque sea la sombra o el recuerdo de donde estuvo....

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  3. ¿Ves? Cómo no voy a echarte de menos... Gracias, amiga. De una manera u otra, intento seguir estando allí.

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