Ahora que
tiene tres años y pico, Nerea juega con el lenguaje todo el tiempo. Ha
descubierto las palabras “feas” y se autocorrige o sanciona a los demás cuando
aparecen. Prefijos y sufijos bailan para modificar las palabras gastadas y que
resulten simpáticas, saltonas. Y a los verbos, ¡norma!: queriba y comiba. Mi
“yo” filólogo se regocija. Disfruto escuchándola.
Utilizando
magia, nos convertíbamos en ranas,
tigres y perros. ABRACADABRA, empezaba yo… Hasta que mi pequeña saltarina, con
ese carácter que tiene -impetuoso, impaciente, expresivo, entrecejo arrugado- se
negó en rotundo. Es ABRAPALABRA, Mami.
Y Mami se
acuerda de Cortázar.
Abrapalabra…Titularé,
si algún día lo escribo, mi primer libro así.
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